martes, 21 de diciembre de 2010

LA LABOR DEL INSTRUCTOR

Dentro del abanico de estilos de artes de combate tenemos 3 figuras principales: El maestro, el alumno y el instructor, este último en demasiadas ocasiones malinterpretado en muchos ámbitos:
La función del alumno es clara, aprender. El maestro es una figura importante y representativa, estandarte del estilo que representa usualmente domina el sistema de combate, llega a su función tras muchos años de aprendizaje de su estilo, muchas veces habiendo demostrado sus cualidades como luchador y sobre todo habiendo formado a multitud de alumnos. Pero para llegar a esa labor de expansión y formación en su camino ha precisado la ayuda de los que en Oriente se conocen como alumnos avanzados y en Occidente se denominan instructores.
Pero, ¿Cuál es la función del instructor? Y más importante ¿Qué se necesita para hacer esa labor?

Tenemos que tener claro que la función de instructor se asume tras varios, o muchos, años de haber sido alumno y por necesidad o afición un día se asume la labor de ir enseñando el sistema a otros. Pero mientras que el maestro es una figura más clara, en demasiadas ocasiones el instructor es malinterpretado.

En primer lugar, y aunque esto es extensible al maestro, debemos tener en cuenta que el instructor continua siendo un alumno y por tanto se mantiene en el camino del aprendizaje, esto es una de las cosas que genera más confusión, pues en más de una ocasión el instructor centra su labor de formación en su propio aprendizaje en detrimento de la enseñanza a sus alumnos.
Añadido a esto como instructor también es representante del estilo o sistema que enseña y esto genera que a ojos extraños se juzgue al propio sistema por la calidad o validez del instructor, olvidando que ante todo sigue siendo persona y alumno.

De igual manera se tiende a considerar que como instructor debe ser gran luchador y sus alumnos no deberían ser capaces de golpearle y mucho menos vencerle, obviando un viejo adagio que nos demuestra que un gran luchador no tiene por que ser gran profesor y viceversa. Reunir las dos cualidades suele estar reservado para casos excepcionales.

Vayamos pues desmontando estos mitos:
Ante todo hay que tener claro que la función primaria de un instructor es enseñar, tanto a los alumnos que se inician como a los que van progresando, esto motiva que para ejercer su labor debe tener capacidades pedagógicas y/o herramientas que le ayuden a ello. Con demasiada frecuencia estas herramientas/capacidades se limitan a reproducir ejercicios que aprendió de su anterior instructor/maestro en la misma forma y manera. Si tenemos en cuenta que continúa siendo un alumno, el propio instructor estaría olvidando su labor como tal de comprender cada vez mejor su sistema y los detalles y entresijos. Esto tiende a trasladarse al propio alumno que se imbuye de la idea que progresar simplemente supone saber más ejercicios, técnicas, aplicaciones, etc.. y termina por limitar su aprendizaje.

Como artes disciplinarias parte del aprendizaje es el autodescubrimiento, ir adaptando desde la base las técnicas y movimientos a su propia idiosincrasia y forma de mover su cuerpo. No se puede limitar al pensamiento de pensar que sólo progreso cuando practico con alguien de mayor nivel y enseñar a los de menor nivel es una cuestión aburrida o una forma de tener muñecos de entrenamiento con los que probar la propia habilidad.

Antes bien la necesidad del instructor de estar constantemente enseñando las bases de su estilo le brinda la oportunidad de desgranar constantemente las mismas, encontrando puntos relevantes que no pudo descubrir mientras las aprendía, desarrollando formas mejores de enseñar las bases e incluso dándole la labor de investigación en mejoras de las mismas bases o la pedagogía, volviéndose al tiempo más eficaz en su ejecución.

Si bien este tipo de comportamiento ha sido bastante reservado a los maestros e incluso mal visto si lo hacían inferiores a ellos, no debemos olvidar que estamos en el siglo XXI y la gente cada vez es más capaz e inteligente (en la mayoría de los casos), contentarse pues con imitar no es, en mi opinión, el camino a seguir; está bien al principio, el hombre aprende casi todo por imitación pero después siempre tiene la capacidad de mejorar lo aprendido.

Hemos comentado también las capacidades del instructor como luchador. Es notable que dado que la labor esta relacionada con el combate, ciertas capacidades como luchador va a tener, pero eso no justifica que deba ser el mejor luchador o invencible, eso está en su propio camino de desarrollo personal, pero no justifica la calidad de su enseñanza. En realidad para juzgar la labor del instructor hay que fijarse más en sus alumnos, la asimilación de tienen de los principios de sus sistema, las habilidades que consiguen y el desarrollo de sus competencias y su progresión, desde luego como instructor siempre me siento más orgulloso de los logros de mis alumnos que de los propios.

Dado que el instructor sigue siendo alumno, en multitud de ocasiones debe investigar en su propia capacidad con sus alumnos, probando si domina el movimiento, si lo que enseña funciona como tal o son necesarias ligeras adaptaciones a cada individuo,… y esto sólo se consigue testándolo. Esto va a significar que en ocasiones el alumno golpeará, o incluso vencerá al instructor, pero eso no es motivo de deshonra ni enfado, todo lo contrario en este punto es donde esta la labor más importante del instructor, descubrir los fallos que condicionan su derrota buscando las soluciones, que pueden ser desde adaptaciones a su movimiento, averiguar si la técnica/movimiento/principio fue mal aplicado o incluso descubrir que la “forma física” también puede ser un punto importante en el combate.
Aquí me gustaría hacer un inciso respecto a lo que es funcional en un combate real o situación de defensa personal y lo que tras media hora de sparring intenso parece no funcionar. Hay que tener en cuenta cuando se entrena, el objetivo de ese entrenamiento, no se puede pretender que tras media hora de saco pesado tus golpes sean tan funcionales como al principio, pues la fatiga muscular hace su función, de hecho la media hora de saco sirve para mejorar la resistencia y potencia, pero en una situación de combate no voy a estar media hora dando golpes a nadie.

Ahora también empieza a estar de moda formar a los instructores en diversas materias complementarias que pueden ser de ayuda en su función: anatomía, fisiología deportiva, pedagogía, etc… OK, esto puede ser de ayuda en muchas ocasiones pero la necesidad básica del instructor es comprender lo que está haciendo, saber como transmitirlo y analizar el feedback que recibe de sus alumnos. Si esto no se cumple el resto de materias optativas no van a cubrir los huecos….

Para finalizar 3 mensajes para los lectores de este blog:

A los alumnos: Comprender la dificultad de la labor de vuestros instructores, servirles de apoyo en su aprendizaje, no juzguéis el día que se han llevado un golpe sino la labor de ayuda en el descubrimiento de vuestro camino y sed siempre críticos (de manera constructiva) con los conocimientos adquiridos.

A los instructores: Que el progreso de vuestros alumnos sea realmente el indicador de vuestra labor más allá de vuestros progresos y recordar que de cada alumno se puede aprender algo por muy principiante que sea, cualquier persona con la que practicar es una oportunidad de aprender cosas nuevas.

A los maestros: (oye por si alguno le da por leer el blog…):
Simplemente recordaros que los instructores son la base de los sistemas que representan, sin ellos no es posible la expansión a la que llegan muchos maestros y viceversa, son por tanto parte importante de la familia y merecen un poco de cariño además de los golpes que se llevan entrenando….